sábado, 27 de noviembre de 2010

CERRAR LA VENTANA, NO ES QUEDAR CIEGO...

• Ahhhhh…Y qué queda de todo, después que el viento sopla las hojas y llega el sol a secar las gotas vertidas?

A dónde van las despedidas sin adioses? Aquellas que entre puntos suspensivos se mantienen latentes, aferrándose como fiera herida al muro, cómo último gesto humano para no perder lo que nos mantenía respirando?

Lo único que tiramos al tacho son las hojas del calendario (que ya ni quedan)
Lo demás lo vamos recolectando cómo buenos ropavejeros que somos, en algún espacio de nuestra cajita de ébano. Ahí van a parar las experiencias buenas que alguna vez vivimos junto con los actores. Aquellas de las que tuvimos que desprendernos,porqué así es la vida.
Y lo malo, que para ser justos con nuestras emociones, deberíamos incinerar, pero no se puede, porque cada paso que nos ha torcido el tobillo, ¡joder! (cómo diría un amigo) nos sirve para aprender a apoyar mejor el pié, en las calles que debemos seguir andando.

Nunca adiós, ni por necesidad de seguir respirando, ni por la herida que queda abierta. Siempre lo vivido nos enfrenta a nuestra realidad más íntima, la casi inconfesable.

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